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El catering ‘La Pera’ de Moraleda de Zafayona reparte platos de comida casera a las personas vulnerables del poniente granadino

27 marzo, 2020
En Moraleda de Zafayona, una microempresa de tres mujeres ha decidido trabajar con pérdidas para repartir platos caseros a decenas de personas vulnerables de todo el Poniente granadino.

En España hay 2 millones de personas mayores que viven solas según los datos del INE. Son muchas las personas que en estos días de confinamiento, en los que ellos son el colectivo más vulnerable, apenas cuentan con ayuda para hacer frente a algo tan imprescindible como comer cada día. Al margen de los servicios que prestan la ayuda a domicilio y los auxiliares de dependencia, los mayores del medio rural están en estas circunstancias doblemente solos: solos por el confinamiento y solos porque para ellos es más complicado que nunca tener los bienes necesarios, máxime en pequeños pueblos como Cacín, Fornes o Jayena.

Catering ‘La Pera’, Moraleda de Zafayona

Pero en Moraleda de Zafayona, el catering La Pera, regentado por Mª José Avilés, decidió no cerrar tras decretarse el estado de alarma y, pese a que su gran sustento son los servicios que ofrece a guarderías y colegios de diversos municipios del Poniente, hace reparto a domicilio para que esos muchos mayores que están solos no se queden sin su ración de comida casera diaria. «Creo que somos el catering más pequeño de España. Pero ahora no es momento de hacer números; lo que hace falta es que pase este temporal que tenemos encima», comenta Mª José, que, junto a su hija Marta y a Paqui, trabaja casi todos los días del año para garantizar el reparto a domicilio de decenas de personas de esta zona de la provincia de Granada.

Aún sabiendo que tendrán pérdidas, ha decidido usar su dinero para mantener seguros y papeles mientras pueda. Ofrece platos tradicionales a domicilio a sólo 3 euros. Pero ellas no reparten a 500 metros; estas vecinas de Santa Cruz del Comercio llevan su menú diario a puntos como Fornes, Jayena, Cacín, Zafarraya… a decenas de kilómetros y por carreteras que no son precisamente autovías.

Al cerrar los centros escolares, esta pequeña empresa familiar se había quedado con una docena de clientes. «Mayores que llevan con nosotros 5 años. Y cómo les decía que no, si me lo pedían con lágrimas en los ojos», cuenta Mª José, sensible y fuerte. En pocos días desde que comenzó el estado de alarma, se dieron cuenta de que había muchas más personas que se han quedado desatendidas. Cada día atienden a entre 30 y 50 personas que sufren esa doble soledad. «Personas como las de los centros de día cerrados; sobre todo muchos hombres viudos, gente que comía en los bares y ahora no encuentran forma de sobrevivir», indica esta empresaria, que ha llegado a ofrecer su comida gratis a personas en situación de desamparo. También colabora con la fundación Escuela de Solidaridad. Coge los restos perecederos que le dan algunas empresas de Mercagranada, carga el furgón y se lo lleva a la fundación.»Tengo un coche y un certificado para poder moverme; tengo oportunidad de ayudar», explica .

Migas con mensaje

Dice que mientras que no se «ponga mala» la comida no les va a faltar a estas personas, a las que incluso lleva muchos días un plato de sopa adicional para la noche, aunque no la tengan contratada. «Queremos que cenen bien; los cuidamos porque son importantísimos», comenta mientras le pone un alentador mensaje a las raciones de migas que hoy han preparado Marta, Paqui y ella. «No salgas de casa. Ya queda muy poco», les apuntan a sus comensales. También tienen mucha ayuda de los pequeños ayuntamientos de esta zona, que se hacen cargo de personas en riesgo de exclusión social. «A veces no tengo capacidad de reparto y nos han brindado la oportunidad de contar con repartidores de apoyo; yo les llevo las cajas con la comida y ellos distribuyen», cuenta. En el consistorio de Santa Cruz del Comercio ya lo hacen así, para no dejar desasistidos a estos mayores solos.

Reconoce su incertidumbre. «Hay días que me da mucho miedo; tengo familia y la expones. Pero cuando veo cómo me lo agradecen sé que tengo que hacerlo», comenta Mª José. El 2 de abril precisamente cumplirán 5 años como empresa y sigue insistiendo en que en estos momentos es mejor no echar cuentas. «A mi padre le encantaba comer, mi madre tiene un corazón muy grande y mi abuela era muy buena cocinera; por ellos nació La Pera», apostilla.

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