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Un brote que inquieta a Játar y mantiene confinados a 15 temporeros bolivianos: «Nos sentimos señalados»

7 julio, 2020
Un brote que inquieta a Játar y mantiene confinados a 15 temporeros bolivianos: «Nos sentimos señalados» Un vuelo procedente de Bolivia fue el origen de los casos del pueblo granadino de 700 vecinos, que acoge a mil extranjeros para trabajar en el campo en verano.

Ideal.es. Redacción: Mercedes Navarrete. Galería: Pepe Marín

Vídeo publicado en Ideal.es

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La pandemia del miedo se instaló en Játar el pasado jueves, tras casi cuatro meses sin rastro de coronavirus. Las calles de este pueblo de 700 vecinos, que no había tenido ni un positivo hasta ahora, se vaciaron literalmente tras hacerse público que quince temporeros bolivianos estaban aislados en sus domicilios por sospecha de covid-19. Tres de ellos compartieron el vuelo Bolivia-Madrid con el paciente cero que ha originado este brote granadino y también casos extendidos por Murcia o la comarca leridana del Segrià, donde el aumento de contagios entre temporeros llegados a trabajar en la campaña de la fruta ha provocado el mayor confinamiento de España tras la desescalada, con más de 200.000 personas afectadas.

Declaraciones del Alcalde de Játar a Onda Cero

Raúl y Mercedes, matrimonio de temporeros bolivianos, atienden a IDEAL desde el balcón junto a otros dos de los cinco compatriotas con los que están confinados, uno de ellos positivo

El caso de Lleida, que ha destapado las condiciones miserables y de hacinamiento en las que vivían los temporeros, está lejos de la situación de Játar, donde la mayoría de los que acuden a trabajar en la campaña de verano son bolivianos que repiten desde hace años y están asentados hasta el punto de que se conoce al pueblo de la comarca de Alhama como ‘Cochabamba la Chica’. Los marroquíes son la siguiente comunidad más numerosa entre los temporeros contratados por la decena de potentes empresas hortofrutícolas del pueblo. Todos pasan los veranos en Játar y resto del año trabajan en otras campañas agrícolas como la aceituna en el Poniente, el espárrago en Huétor o las de Murcia.

Pero aunque lejos del extremo de Lleida, ni Játar ni la comarca de Alhama son ajenos al problema que genera la falta de alojamiento para los temporeros, que también obliga a algunos a vivir en malas condiciones, lo que hace que los vecinos miren con recelo esta campaña bajo el fantasma de Lleida.

«Hay quien les alquila chambaos con uralitas que no reúnen las condiciones de salubridad y casas donde conviven veinte», coinciden varios vecinos entrevistados. El pasado jueves, la noticia del brote causó una convulsión en el pueblo. Játar desanduvo de golpe lo avanzado en la desescalada, los tractores volvieron a desinfectar las calles y los vecinos se encerraron.

«¿Miedo? Vivimos con los pañales puestos. Esto es muy chico, en invierno solo quedan mayores, como el virus se extienda nos quedamos sin pueblo», resume gráficamente Fran, propietario de un supermercado. El sábado el ayuntamiento hizo público el negativo en las pruebas PCR de todos los confinados, excepto uno y se ha calmado la situación, pero tanto vecinos como temporeros coinciden en que el miedo al coronavirus ha tensado estos días convivencia.

Los confinados atendieron ayer a IDEAL desde el balcón de su domicilio y aseguraron que lo están viviendo como un estigma social. «Nos sentimos como bichos, en el pueblo han pensado que estamos contagiados y no es así, lo estamos pagando todos, hay compatriotas que han sufrido discriminación», aseguraba Raúl, uno de los bolivianos que está confinado con su esposa Mercedes y cinco compatriotas más en una casa alquilada en Játar. Salvo el positivo, que está solo en una habitación, todos se encuentran bien de salud pero desesperados y muy tocados moralmente por la situación.

«Hemos venido legal y honradamente a trabajar, estamos respetando el aislamiento pero nos sentimos humillados y señalados», añade Nicolás, otro de los confinados.

Sergio, operario del Ayuntamiento de Játar, entrega la compra a Florencia

El Ayuntamiento de Játar se está encargando de llevares a diario comida y atender sus necesidades. A los que pueden pagarla les hacen la compra. Es el caso de Florencia, otra de las temporeras confinadas en casa con tres de sus hijas en el segundo de los domicilios en cuarentena. Hay otra tercera vivienda con otros tres temporeros aislados.

A Florencia, el estallido de la pandemia le cogió en Bolivia, visitando a su madre y en el vuelo de regreso a Madrid tuvo contacto con un contagiado. «Estoy bien pero todos tenemos miedo a como puede cambiar vida en el pueblo», explica la joven desde el umbral de su puerta mientras al fondo se ve a sus hijas pequeñas jugando con un cubo de agua en el patio.

Graciela que lleva 19 años en Játar y su hijo Rider, que se ha incorporado este año.
Israel Escalera y su mujer Elizabeth bolivianos afincados en Alhama
Hamza, marroquí. Todos son trabajadores de la empresa Agrícola Cortijo La Loma de Játar.

Su marido, con el que no convive, protagonizó un momento tenso en el supermercado. Según cuentan los dueños se negó a esperar en la puerta cuando el aforo estaba completo y se marchó al grito de «racistas». «Racismo ninguno, son nuestros clientes, les respetamos y jamás hemos tenido problemas de convivencia», explican los dueños dolidos.

La anécdota desagradable refleja el momento de tensión por el coronavirus pero no la realidad de un pueblo que lleva años conviviendo con los temporeros. Ejemplo de integración y respeto es la empresa Agrícola Cortijo la Loma, que contrata a unos cincuenta temporeros cada verano. «Gracias a la inmigración la agricultura no ha desaparecido en estos pueblos sino que ha tenido un crecimiento importante. Aquí se les da valor y les necesitamos», explica Álvaro Arrabal, director general de la empresa, cuyos contratos ha permitido a muchos inmigrantes regularizar su situación durante años.

«Miedo tenemos todos porque somos muchos trabajando y un confinamiento sería un desastre, las plantas no esperan. Todos estamos expuestos. Hay que cumplir las normas de seguridad y estar tranquilos. También lo podía haber traído yo de cualquier día que he ido a Granada», asume el empresario.

También un discurso lleno de calma y sensatez tiene el alcalde de Játar, Francisco José Martín Rodríguez, que está contento por la evolución del brote bajo control y cree que en unos días «todo volverá a la normalidad». Eso sí, a la nueva. «Los pueblos con temporeros estamos más expuestos, es mucha gente que se mueve y por lo tanto es lógico el miedo, pero hay que ver lo positivo que nos traen, son vida para los pueblos. Hay que cumplir las normas y acostumbrarse porque esto es lo que nos espera», sentencia.

Galería de Fotos

Guardia Civil patrullando las calles de Játar
Álvaro Arrabal, director general de la empresa Agrícola Cortijo la Loma
Peón agrícola recogiendo las hortalizas
Interior de empresa agrícola Cortijo La Loma
Operario del Ayuntamiento de Játar haciendo llegar la compra a las personas confinadas
Peón agrícola
Fran, propietario de supermercado entrevistado por Ideal
Matas de hortalizas pequeñas en periodo de crecimiento
Jatareño protegiéndose del sol con su sombrero de paja

Fuente: ideal.es