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Játar, al igual que Netflix, también tuvo sus «Chicas del Cable»

9 agosto, 2024
Hoy recordamos con nostalgia el antiguo locutorio, conocido como «el teléfono», en Játar, y evocamos esa época de las comunicaciones en la que el pueblo tuvo sus propias ‘chicas del cable’, al igual que en la popular serie de Netflix.

Durante los años 60, Játar vivió una transformación significativa con la llegada de un locutorio telefónico (o «el teléfono», como lo llamaban), que se convirtió en un pilar fundamental para el pueblo. En un tiempo en el que la comunicación con el exterior se limitaba al correo postal, la implementación de este locutorio abrió una ventana al mundo, permitiendo a los habitantes de Játar mantener contacto con sus seres queridos en medio de una oleada migratoria que llevaba a muchos andaluces, especialmente a Cataluña, en busca de nuevas oportunidades.

El locutorio de Játar, con sus modestas instalaciones y su equipo de dedicadas operadoras, guarda una historia similar a la que Netflix popularizó en la serie «Las chicas del cable». Aunque se trate de contextos muy diferentes, las mujeres que trabajaron en este locutorio compartían con las protagonistas de la serie una misión común: conectar a las personas, acortar distancias y hacer más llevadera la separación entre familias y amigos.


Contexto histórico

Breve historia del telégrafo y el teléfono en España

El desarrollo de las telecomunicaciones en España comenzó con la introducción del telégrafo a mediados del siglo XIX. Este revolucionario invento permitió la transmisión rápida de mensajes a largas distancias mediante señales eléctricas, marcando el inicio de una nueva era en la comunicación. En 1855, se inauguró la primera línea telegráfica entre Madrid e Irún, lo que facilitó la comunicación entre la capital y la frontera con Francia.

El siguiente gran salto tecnológico llegó con la invención del teléfono por Alexander Graham Bell en 1876. En España, la primera conversación telefónica tuvo lugar en 1877 entre Madrid y Aranjuez, y para 1883, la Compañía Peninsular de Teléfonos había instalado la primera red urbana en Madrid. Sin embargo, la expansión del servicio telefónico fue lenta y no alcanzó su auge hasta el siglo XX, cuando se extendió gradualmente a las zonas rurales.

Importancia de los locutorios en pequeños pueblos

Los locutorios telefónicos desempeñaron un papel crucial en la vida de las zonas rurales españolas durante el siglo XX. Antes de su llegada, la única forma de comunicación a larga distancia era el correo postal, que podía ser lento y poco fiable. Los locutorios ofrecieron una solución a este problema, proporcionando un medio de comunicación instantáneo y accesible para todos.

En los pequeños pueblos como Játar, los locutorios no solo eran centros de comunicación, sino también puntos de encuentro social. Los habitantes acudían a ellos no solo para hacer llamadas, sino también para recibir noticias de familiares y amigos, realizar gestiones administrativas y comerciales, e incluso para compartir momentos de tertulias mientras esperaban su turno para utilizar el teléfono.

El locutorio de Játar en el contexto de los años 60

En la década de 1960, España estaba experimentando cambios significativos. La economía del país empezaba a modernizarse, y con ello, aumentaba la movilidad de la población. Andalucía, en particular, sufrió una gran ola de emigración hacia las zonas más industrializadas del norte de España, especialmente Cataluña y el País Vasco. Este éxodo masivo dejó a muchas familias separadas por cientos de kilómetros, aumentando la necesidad de medios de comunicación eficientes.

En este contexto, la instalación del locutorio en Játar fue una decisión trascendental. Permitió a los habitantes mantenerse en contacto con sus familiares emigrados, ofreciendo una línea vital de comunicación que ayudaba a reducir la sensación de aislamiento y a mantener vivos los lazos afectivos y familiares.


El locutorio de Játar

Descripción del locutorio: ubicación y aspecto físico

El locutorio de Játar, o «el teléfono» como se conocía familiarmente, estaba estratégicamente ubicado en una vivienda particular, concretamente en el número 2 de la calle Granada, una calle emblemática del pueblo, justo al lado de la iglesia. Esta casa había sido previamente utilizada como carpintería por sus propietarios, una familia trabajadora que decidió trasladar su negocio a otro lugar del pueblo. Este traslado permitió que la vivienda pudiera ser reutilizada para albergar el locutorio telefónico, una instalación modesta pero fundamental para el pueblo.

El locutorio constaba de dos habitaciones que formaban parte integral de la vivienda familiar. Estas habitaciones estaban conectadas al resto de la casa por puertas que permanecían cerradas durante el horario de atención al público, garantizando así un espacio de trabajo tranquilo y privado para las operadoras. Las puertas solo se abrían cuando las operadoras, Paquita o Anita, comenzaban su jornada laboral, preparándose para atender a los habitantes del pueblo.

Inicio y fin del servicio

El locutorio abrió sus puertas a mediados de los años 60, un evento que marcó un hito en la historia de Játar. Anita fue la primera operadora, dedicando nueve años de su vida a este importante trabajo. Paquita también desempeñaba labores de operadora, aunque en menor medida, ocupándose principalmente de relevar a Anita cuando ésta necesitaba salir para avisar a los clientes sobre llamadas o entregar recados.

Anita y Paquita no solo fue unas figuras centrales en el locutorio, sino que también se convirtieron en unas caras conocidas y queridas por todos los habitantes, proporcionando un enlace vital con sus seres queridos lejanos.

En el año 1976 la responsabilidad del locutorio pasó a Fuensanta, una vecina del pueblo que asumió con entusiasmo el papel de operadora. Fuensanta continuó la tradición de servicio y atención, asegurando que el locutorio siguiera siendo un pilar en la vida de los habitantes de Játar hasta mediados de los años 80, cuando el servicio dejó de ser necesario debido a la instalación de teléfonos en las viviendas particulares.

Impacto en el pueblo

El locutorio de Játar fue más que un simple lugar para hacer llamadas telefónicas; fue un centro de conexión humana. Permitió a los habitantes comunicarse con familiares y amigos en tiempos de necesidad y celebración, especialmente durante los años de emigración masiva hacia el norte de España. Este pequeño pero vital centro de comunicaciones jugó un papel esencial en mantener los lazos familiares y comunitarios, proporcionando consuelo y apoyo en tiempos de separación.

Aunque el locutorio eventualmente dejó de funcionar, su impacto perdura en la memoria de los habitantes de Játar. Las historias de Anita, Paquita y Fuensanta (tristemente ya desaparecida) son un testimonio del compromiso y la dedicación de estas mujeres que, con su trabajo diario, lograron mantener unida a un pueblo. El locutorio de Játar, con su modesta apariencia y su gran significado, sigue siendo un símbolo de la importancia de la comunicación y la conexión en nuestras vidas.


Las operadoras: las chicas del cable de Játar

Perfil de las operadoras: historias de las mujeres que trabajaron en el locutorio

En los primeros años del locutorio de Játar, dos hermanas, Anita y Paquita, desempeñaron el papel fundamental de operadoras telefónicas. Anita, nacida en 1942, y Paquita, nacida en 1937, se encargaron de gestionar las comunicaciones del pueblo con el exterior. Estas mujeres no solo dominaban la tecnología del momento, sino que también aportaban un toque personal y cercano al servicio que ofrecían.

Vida y trabajo de las hermanas

Ambas hermanas, conocidas por su dedicación y amabilidad, eran el alma del locutorio. Se aseguraban de que cada llamada se realizara con éxito, asistiendo a aquellos que no estaban familiarizados con el uso del teléfono. La anécdota de los clientes que, al no saber cómo usar el aparato, se ponían el micrófono en la oreja con el auricular hacia arriba, ilustra perfectamente los desafíos que enfrentaban diariamente. Pero Anita y Paquita, con paciencia y buen humor, enseñaban a sus vecinos el correcto uso del teléfono, facilitando la comunicación en tiempos de gran necesidad.

El relevo: Fuensanta

En 1976, Anita se casó y dejó su puesto de operadora, marcando el fin de una era en el locutorio de Játar. Su lugar fue ocupado por Fuensanta, una vecina que asumió con dedicación el papel de operadora. Su compromiso y dedicación perpetuaron la tradición de servicio ejemplar que Anita y Paquita habían establecido, hasta el cierre del locutorio a mediados de los 80.


Impacto en la comunidad

Conexiones personales y profesionales

El locutorio de Játar jugó un papel esencial en la vida de los habitantes del pueblo, facilitando tanto las conexiones personales como las profesionales. En una época marcada por una significativa emigración, especialmente de Andalucía hacia el norte de España y principalmente hacia Barcelona, el locutorio era una línea vital para aquellos que habían dejado su hogar en busca de mejores oportunidades. A través de las llamadas telefónicas, los emigrantes podían mantenerse en contacto con sus familias, compartiendo noticias, preocupaciones y alegrías, y mitigando así la soledad y la distancia.

Relaciones amorosas a distancia

El teléfono también sirvió como un puente para relaciones amorosas a distancia. Profesionales como maestros que trabajaban en el pueblo, pero cuyos seres queridos residían lejos, dependían del locutorio para mantener sus vínculos afectivos. Las llamadas telefónicas permitían que estas relaciones florecieran a pesar de la separación física, y las operadoras, con su dedicación y discreción, facilitaban estos momentos íntimos.

Emergencias y noticias trágicas

El locutorio no solo fue testigo de momentos felices, sino también de situaciones trágicas y emergencias. Las llamadas nocturnas, que despertaban a las operadoras Anita, Paquita o Fuensanta, a menudo traían noticias de accidentes o fallecimientos. Estos momentos eran especialmente difíciles, ya que las operadoras no solo tenían que conectar la llamada, sino también proporcionar un apoyo emocional básico a quienes recibían las malas noticias. La habilidad y la empatía de las operadoras fueron cruciales en estos momentos de crisis.

Anecdotario del locutorio

El locutorio de Játar está repleto de anécdotas que ilustran su importancia en la vida cotidiana del pueblo. Muchas personas no sabían cómo usar correctamente el teléfono, a menudo colocándolo al revés con el micrófono en la oreja y el auricular hacia arriba. Las operadoras, con paciencia y buen humor, enseñaban a sus vecinos el uso correcto del dispositivo, asegurándose de que todos pudieran beneficiarse del servicio.

Transformación de la sociedad

La introducción del locutorio en Játar no solo mejoró la comunicación, sino que también transformó la dinámica social del pueblo. Las operadoras, como Anita, Paquita y Fuensanta, se convirtieron en figuras centrales en la comunidad, conocidas y respetadas por todos. Su trabajo no solo conectaba llamadas, sino que también conectaba personas, facilitando la cohesión social y fortaleciendo los lazos comunitarios.

El legado del locutorio

Aunque el locutorio de Játar ya no está en funcionamiento, su legado perdura en la memoria colectiva del pueblo. Las historias de Anita, Paquita y Fuensanta son recordadas con cariño, y su dedicación y servicio continúan siendo un ejemplo de compromiso comunitario. aquita, quien aún vive a pesar de su avanzada edad, es un testimonio vivo de una época en la que las comunicaciones dependían de la habilidad y el esfuerzo de las operadoras locales. Anita, la menor de las hermanas, también sigue con vida y ha sido la principal fuente de información para este artículo. Fuensanta, como ya se ha mencionado, falleció hace algunos años.


Comparación con la serie de Netflix

Paralelismos y diferencias

La popular serie de Netflix «Las chicas del cable» se centra en la vida de cuatro jóvenes mujeres que trabajan como operadoras en una compañía telefónica en Madrid durante la década de 1920. Aunque la historia del locutorio de Játar presenta varias diferencias significativas, también existen paralelismos interesantes entre ambas historias.

Similitudes en la dedicación y el rol

Al igual que las protagonistas de la serie, las operadoras de Játar – Anita, Paquita y Fuensanta – eran mujeres jóvenes dedicadas a la comunicación. Tanto en Madrid como en Játar, estas mujeres desempeñaban un papel crucial en la conexión de personas, facilitando la comunicación en una época en la que los teléfonos eran una novedad tecnológica y un recurso esencial.

Contextos diferentes

Una de las principales diferencias radica en el entorno. Mientras que «Las chicas del cable» se desarrolla en el bullicioso y cosmopolita Madrid, el locutorio de Játar estaba situado en un pequeño pueblo granadino de unos 600 habitantes. Este contexto rural le daba al trabajo de las operadoras un carácter más íntimo y cercano, ya que conocían personalmente a la mayoría de los usuarios del servicio telefónico.

Inquietudes y retos similares

A pesar de las diferencias geográficas, las mujeres de ambos contextos compartían inquietudes y desafíos comunes. En ambos casos, eran mujeres trabajadoras que se destacaban en un trabajo considerado peculiar y fuera de lo común para su época. La serie muestra a las chicas del cable enfrentando diversos obstáculos y luchando por sus derechos y libertades, reflejando de algún modo las luchas cotidianas de las operadoras de Játar, quienes también trabajaban arduamente para mantener a su comunidad conectada.

Trabajo en casa vs. trabajo externo

Otra diferencia notable es que, mientras las protagonistas de la serie trabajaban en una compañía telefónica lejos de sus hogares, las operadoras de Játar, especialmente Anita y Paquita, trabajaban dentro de su propia vivienda. Este hecho les otorgaba una particular ventaja y desventaja: aunque estaban en casa, seguían desempeñando una labor profesional que requería concentración y dedicación. Fuensanta, por su parte, aunque trabajaba fuera de su casa, lo hacía a escasos 50 metros de su vivienda, manteniendo esa proximidad que caracterizaba la vida en Játar.

Impacto en sus comunidades

Tanto las chicas del cable de Madrid como las de Játar tenían un impacto significativo en sus respectivas comunidades. En Madrid, las protagonistas ayudaban a conectar a miles de personas en una gran ciudad, mientras que en Játar, las operadoras aseguraban que los lazos familiares y amistosos se mantuvieran fuertes a pesar de la emigración y la distancia. En ambos casos, su trabajo iba más allá de simples conexiones telefónicas; se trataba de mantener unidas a las personas, proporcionando un servicio esencial que tenía un profundo impacto emocional y social.

Reflexión sobre la evolución de las comunicaciones

La comparación entre «Las chicas del cable» y las operadoras de Játar también nos permite reflexionar sobre cómo han evolucionado las telecomunicaciones y el papel de las mujeres en este campo. Desde los locutorios rurales hasta las avanzadas compañías telefónicas urbanas, estas historias subrayan la importancia de la comunicación en la vida cotidiana y cómo las mujeres han sido pioneras y pilares fundamentales en este ámbito. Su legado nos recuerda la importancia de reconocer y valorar el trabajo de quienes, muchas veces en la sombra, han mantenido a nuestras comunidades conectadas y unidas.

Además, el locutorio de Játar funcionaba los 365 días del año y estaba disponible las 24 horas al día, lo que implicaba que las operadoras debían estar siempre preparadas para atender una llamada, incluso en la madrugada. El sueldo de las operadoras era de 50 pesetas (o 10 duros) y también cobraban un 20% de las conferencias realizadas. Cuando alguien de fuera llamaba al locutorio, se le pagaba una peseta por conferencia a la telefonista, quien tenía un plazo de tres horas para avisar al destinatario de la llamada en el pueblo. A la hora acordada, el cliente acudía al locutorio y esperaba la conexión desde la sede central en Alhama de Granada.


Conclusión

Legado del locutorio de Játar

El locutorio de Játar no solo fue un centro de comunicaciones, sino también un símbolo de la evolución social y tecnológica en un pequeño pueblo. Las operadoras que trabajaron allí no solo facilitaron la conexión de los habitantes con el mundo exterior, sino que también desempeñaron un papel clave en la cohesión del pueblo. A través de su dedicación y servicio, Anita, Paquita y Fuensanta contribuyeron a mantener vivos los lazos afectivos, sociales y económicos en una época de grandes cambios.

Reflexión final

El legado del locutorio de Játar y sus ‘chicas del cable’ es un recordatorio de la importancia de las comunicaciones y del papel crucial que las mujeres han jugado en este ámbito, a menudo en condiciones que combinaban lo personal y lo profesional de maneras únicas. Hoy, en un mundo donde la tecnología avanza a pasos agigantados, es esencial recordar y valorar estas historias locales que, aunque aparentemente modestas, tuvieron un impacto profundo en la vida de quienes vivieron esa época. El locutorio de Játar sigue siendo un símbolo de cómo la tecnología, manejada con dedicación y empatía, puede conectar no solo voces, sino también corazones.

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