Saltar al contenido

El alhameño que convertía los burdeles de China en cines

18 abril, 2021
El alhameño Antonio Ramos Espejo llegó a tener casi 30 salas cinematográficas en Shangai, Sidney, Hong Kong y Manila. Al regresar a nuestro país, construyó en cine Rialto en la Gran Vía de Madrid, considerado el cine más moderno de España

La biografía de este hombre nacido en Alhama de Granada cuyo nombre va a salir de un momento a otro en este reportaje, da para una película de aventuras o para una novela de corte romántico. Es la vida de un hombre que siendo muy joven se alistó en el ejército español destinado en Filipinas, que al terminar esa guerra no quiso volver a su tierra por problemas con su familia, que en Sanghai llegó a convertir los burdeles en salas cinematográficas, que fue llamado el ‘emperador del cine’, que pirateaba películas americanas de éxito, que dirigió varias cintas a la cual peor, que se casó con una ucraniana con la que tuvo un hijo, que con otro socio español edificó varias salas dedicadas al vodevil en varias ciudades de China, que se hizo millonario con sus negocios en Asia y que al regresar a España construyó en la Gran Vía de Madrid el cine Rialto. ¿No me digan que con semejantes datos no se puede escribir un buen argumento para una novela o un guion para un biopicEra pequeño, achaparrado, con pinta de manijero campestre y se llamaba Antonio Ramos Espejo.

Por lo pronto, el periodista Juan Ignacio Toro ya ha escrito una minuciosa tesis doctoral de casi 1.500 páginas sobre él. En ella sale hasta el nombre de los albañiles de su pueblo que contrató para hacer el cine Rialto y el color del pelo de la chica vallisoletana que fue su criada. El periodista ha investigado a fondo la vida de este hombre y ha viajado a los sitios en donde vivió Antonio Ramos en Asia en busca de datos para sus tesis. Y al final de todo le ha sorprendido el que no haya apenas estudios e investigaciones sobre un hombre que fue tan importante para el nacimiento del cine chino, pues además de ser dueño de varios cines, fue productor de las primeras películas asiáticas y responsable de la distribución en el centro, este y sur del país durante las dos primeras décadas del siglo XX. El periodista encuentra una razón principal para este vacío y es esencialmente política, ya que China relegó cualquier producción cultural previa a su gloriosa revolución comunista al olvido más absoluto.

Padres en crisis

Antonio Ramos Espejo en una fotografía / G. H.

Antonio Ramos nació en Alhama de Granada en 1878. Su madre había sido maestra y él había estudiado Magisterio. Sus padres estaban en crisis (económica y conyugal) y él se alistó como voluntario en un batallón de cazadores destinado a la guerra de Filipinas. Como sabía leer y escribir bien, algo casi insólito en aquella época, en Manila sería destinado a oficinas, por lo que, según contaría él, jamás entró en combate. Durante su estancia en Manila se le despertó su carácter negociante ya que ganó algún dinero enseñando a leer a los soldados y más tarde montando una cervecería.

Tras la derrota española y el regreso de los soldados a su patria, el alhameño decide quedarse allí para hacer fortuna. Fue en Manila donde conoció a través de una publicación atrasada el invento de los hermanos Lumiére. Con sus ahorros encarga un proyector y unas películas. Según Ignacio Toro, Ramos fue el responsable de las primeras proyecciones de cine en Filipinas y de algunas de las imágenes que se tienen de allí entre 1897 y 1898. Ramos se dedica a exhibir la película La Pasión de Cristo, de los hermanos Lumiére. Junto con los misioneros Agustinos, recorre los poblados indígenas enseñándoles la cinta. Pero no consigue el efecto económico que persigue y decide marcharse a Shanghai. «Cuando se desplazó a principios de siglo a la ya cosmopolita Shanghai, heredó el equipo de un frustrado empresario cinematográfico, español también, e ideó las estrategias que haría de él el auténtico pionero de la exhibición cinematográfica en Asia«, dice Ignacio Toro.

Hay quien sostiene que Antonio Ramos se marchó de Filipinas porque fue acusado, por el ejército español, de desertor al ser llamado a filas en 1899. Por cierto, fue absuelto de dichas acusaciones en 1913. En aquellos años Shanghai era la ciudad más importante y populosa de Asia y uno de los principales puertos del mundo. Conocida como el‘París de Oriente, hasta ella había llegado una legión de extranjeros que campaban a sus anchas por las concesiones que las potencias coloniales habían arrancado a la moribunda dinastía Qing (1644-1912) tras las guerras del opio. De hecho, esta droga fue el producto más importado durante el primer tercio del siglo XX en la efervescente y exótica Shanghai, plagada de empresarios, aventureros, misioneros, espías, traficantes, criminales y prostitutas.

Negocios en China

Ignacio Toro, frente al palacete que se construyó Antonio Ramos en Shangai y que todavía existe / G. H.

Así que la ciudad china que visita el granadino es una urbe populosa y con una amplia comunidad europea que, además, carece de espectáculos. Tras alquilar un burdel, que pasaba por salón de té, y reconvertirlo en sala de proyecciones, empieza con su particular forma de hacer negocios. La primera sala se llamaría Colon Cinematograph. Poco a poco, va comprando burdeles y los va reconvirtiendo en salas de espectáculos. «El éxito lo condujo a ampliar su cadena de distribución a otros espacios más adecuados para un público de clase media-alta, una vez obtenido el público entre las clases más bajas», escribe sobre él Ignacio Toro.

Para conseguir clientes, Ramos, hacía unas campañas publicitarias muy agresivas. Además de entrar en una guerra de precios a la baja contrataba músicos indios que, con fanfarrias, cantos y bailes, atraía a los viandantes para que entrasen en sus locales a visionar las películas. Las ganancias obtenidas en su primer negocio cinematográfico y en los burdeles le permiten abrir el gran cine de la calle Honkow y el cine Victoria, donde pone sus oficinas de la Ramos Amusement Corporation. En diez años levanta cinco cines más: el Carter, el China (con 700 asientos), el National, el Embassy y el Olimpic, este último un importante teatro donde actúan compañías de ballet y primeras estrellas como la rusa Ana Paulova. A mediados de los años veinte tenía casi 30 salas de cine, no sólo en Shangai, sino en Sidney, Hong Kong y Manila. Durante un tiempo fue perseguido por los americanos por piratear las películas que se rodaban en Hollywood, sobre todo las de Charles Chaplin.

Vicente Blasco Ibáñez, en 1923, en su relato de viajes La vuelta al mundo de un novelista, cuando se detiene a describir la colonia española en la Shanghai dice: «Otro, apellidado Ramos, es dueño de las mejores salas de cinematógrafo que existen en esta capital del placer».

Para luchar contra el escaso interés que muestran los chinos hacia las películas occidentales, y sobre todo americanas, el propio Antonio Ramos se convierte en director y más tarde en productor de sus propias películas, con el drama Veneful tide y la comedia The Foolish Policeman. En Shanghai el granadino se casa con la ucraniana Rosa Nazurowsky. Tienen un hijo y debido a su poderío económico (Ramos no sólo trabajaba el sector del cine, sino también el inmobiliario), se construye (el arquitecto fue el también español Abelardo Lafuente) un palacete de estilo neoárabe, de inspiración andalusí, que, a diferencia de sus cines, todavía se puede ver en Shanghai.

Inauguración del cine Rialto de Madrid / G. H.

El granadino había triunfado en un país tan lejano y de costumbres tan distintas al suyo. Prácticamente todos los que quería actuar en espectáculos pasaba por su negociado. «En efecto, la primera década del siglo XX vio nacer la Ramos & Ramos, primera empresa de que se tiene constancia constituida por Antonio Ramos y el valenciano Ramón Ramos. A pesar de tener el mismo apellido, no tenían relación consanguínea alguna. La Ramos & Ramos, también conocida como Ramos Brothers en la prensa de la época, es a un tiempo una agencia de contratación de talentos para el vodevil y los espectáculos de variedades tan extendidos en esa época, con oficinas en Sidney, Manila, Tianjin, Pekín, Shanghái y Hong Kong, y una empresa de distribución cinematográfica, propietaria de varios cines en Macao, Hong Kong y Shanghai y responsable, por ejemplo, de la llegada de las primeras películas españolas a China de que tenemos constancia. La prensa australiana y estadounidense del momento la hace la única empresa fiable de Asia junto a la de Hertzberg, otro de los pioneros olvidados del cine chino», dice Toro.

Cuando muere el dirigente chino Sun Yat Sen en 1925, se abre una etapa difícil para los empresarios extranjeros en China. Viene el comunismo y Antonio Ramos decide alquilar sus cines y venirse a Madrid. La considerable fortuna amasada en Shanghai le permitió construir en la capital de España el cine Rialto, que fue inaugurado en 1930 y que está considerado como uno de los palacios del cine más representativos de la postguerra.

En 1932 vuelve a Shanghai para vender sus propiedades, que hasta ese momento se las habían gestionado los Agustinos Recoletos. Por cinco millones de pesetas se deshace de todos sus cines, que pasan a los llamados ‘padres del cine chino’: Zhan Schichuan y Zheng Zhengiu. Ignacio Toro está convencido de que esta será una de las figuras a rescatar de las sombras del olvido porque Antonio Ramos «fue el iniciador del cine en Filipinas, fundador de los primeros cinemas en China y gran magnate de la exhibición en el gigante asiático hasta los años 30. Además de productor, director, distribuidor y propietario de las mejores salas del Shanghai más esplendoroso y de uno de los tesoros del Broadway español».

De vuelta a España

El Cine Rialto, en la Gran Vía madrileña / G. H.

El autor de la tesis sobre Antonio Ramos visitó Alhama de Granada para encontrar vecinos que hubieran oído hablar de su paisano. No encontró a casi nadie. Solo le pudieron hablar de él el cronista Andrés García Maldonado y el periodista Antonio Ramos Espejo, un sobrino nieto que se llama exactamente igual que su tío-abuelo. El periodista Antonio Ramos dirigió el Diario de Granada. Le contaron que en Alhama la gente lo conocía como ‘El Chino’. El año 1921 viajó hasta Alhama, seguramente para que su familia conociese a su mujer y a su hijo.

En otro viaje posterior se llevó a China a su sobrina Almudena y a un primo suyo, al que le puso una farmacia en Shangai. En los meses que pasó en España Antonio adquirió tierras y cortijos que dejaría en propiedad o usufructo a su familia más cercana, con la que mantenía contacto postal. Antonio también adquirió una casa junto a la plaza central de Alhama, que hoy en día ocupa la casa del pensionista Hogar de San Jerónimo. Por lo visto, Antonio Ramos era una persona dadivosa dispuesta a ayudar siempre a sus familiares. También aportaba grandes cantidades de dinero a la Iglesia.

En Madrid pasará los últimos 15 años de su vida. Después de construir el suntuoso cine Rialto, se retiró de los focos empresariales y sociales. Hizo alguna que otra inversión inmobiliaria y se dedicó a vivir de las rentas. Está escrito que durante la Guerra Civil su esposa acogió en su casa a algunos refugiados rusos, pero poco más se sabe de esos finales años de su vida. Antonio Ramos murió en Madrid en 1944, a los 69 años. Está enterrado en el cementerio de San Justo. Su esposa murió poco tiempo después y su hijo Julio en 1989.

Fuente: HISTORIA DE GRANADA Andrés Cárdenas ideal.es